En nuestro constante trajinar, ya hemos visitado varios escenarios como éste (como lo son las antiguas bodegas Bertona, Aguinaga, Alicantina o Grosso, publicadas en entregas anteriores), mas ninguno tan significativo como lo fué la majestuosa e imponente Bodega Gargantini.
Por aquellos años, todo esto redundo en empleados felices, confiados de su futuro, con seguridad y ganas de traer una vida nueva a este mundo en el que todo parecía funcionar, entonces Gargantini también construyó nada menos que una sala de maternidad, pegada a la bodega, para ellos, para los hijos de sus operarios.
Para comprender un poco la importancia que tuvo este lugar en sus mejores años, basta simplemente con caminar por la imponente construcción y perderse por los fríos e innumerables pasillos que parecen no tener fin, atravesar enormes naves vacías, contemplar inmensos tanques que alguna vez contuvieron vino, percibir el aroma a grasa aún impregnada en la sala de máquinas o descender al almacén y descubrir estanterías con cientos de compartimentos que increíblemente aún contienen partes de recambio.
Desde lo alto, aún se puede divisar la casa patronal, y dirigiendo la vista al otro lado del camino también pueden apreciarse más partes de la bodega y sus otros emprendimientos; como lo fueron la destilería (donde se elaboraba grapa), una planta de elaboración de conservas de aceitunas y hasta una aceitera.
Cuan grande habrá sido la convicción y proyección de Don Bautista Gargantini, como para construir en un lugar que aún hoy parece desolado, una de las bodegas más importantes de la Argentina.
Pero como en todos los imperios, existe un momento de creación, uno de apogeo y otro de deceso, y Gargantini terminó vendiendo su empresa. Entonces, las manos de empresarios no tan hábiles, sumado a malos manejos económicos y hasta políticos, llevarían a que hoy sus puertas permanezcan cerradas.
Depende de nosotros no olvidar a esos muros, no dejarlos desaparecer, queda en nosotros ser visionarios de grandeza y no solo preocuparnos por uno mismo, queda en nosotros ser como Don Bautista y buscar la felicidad y el bienestar de toda la comunidad.
hola: siempre me pregunte porque los rivadavienses no hacen un museo con este histórico lugar? Mas alla de todo, sigue teniendo una esplendor de viejas épocas... yo, particularmente estoy enamorada de la casa que esta al lado, la que según me comentaron, era de los patrones que es muy bella... Se sabe a quien pertenece actualmente la bodega y sus dependencias? seria un buen proyecto para la zona restaurarla y crear un espacio de interés turístico, ya que la zona lo necesita...
ResponderEliminarHola Maria. Te cuento que el valor inmobiliario de este lugar es muy alto, por lo que un Municipio no puede hacerse cargo. Hoy todo pertenece a una firma de Rosario. Gracias por comentar. Agradecemos la difusión de nuestro trabajo. Saludos
ResponderEliminarTube la suerte de de conocer esta bodega en su esplendor( año 1974) los empleados del taller jefe. el negro Ochoa, subjefe el flaco Risiteli (padre del pretigoso enologo, electricistas Gregora y Angelito Cabral uno de los torneros Guaraci, Llerlini, Genoblas y muchos mas. El lechero que repartía a las familia de los empleados Fransisco Gonzales (Pancho lechero) . Administrador general Fativoni(un caballero), encargado de carpintería el tijereta Aumada. Dos de los dueños Eduardo y Roberto Gargantini y muchos mas.
ResponderEliminarmi tio Tomas Villalba trabajo en esa bodega
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