Ex Bodega La Alicantina - En algún lugar al este de Mendoza

Bien sabemos todos que el agua es vida, y es por eso que en nuestra provincia la defendemos tanto. Esta es una historia donde el agua dejó de llegar, borrando así primaveras de frutos en flor y vendimias de tachos al hombro. El oasis productivo del este, supo estar más al este de lo que lo conocemos hoy, y bodegas, secaderos y demás construcciones así lo demuestran. 


No hace falta mucha imaginación ni viajar en el tiempo años atrás para recrear esa época con abundantes plantaciones de vides, frutales, chacras de verdura, gente de campo, vida... La creación del dique El Carrizal, con sus pro y contras, para regular el agua, sumado a diversas causas como deudas en los derechos de riego, produjeron una gran modificación en el paisaje. Volvió, como en todo lugar donde el agua deja de fluir, a resaltar el desierto, quedando atrás ese verde hermoso de nuevos brotes. 


Como ya hemos dicho, y respetando nuestro principal objetivo, no daremos direcciones ni nombres que puedan hacer llegar a este sitio a personas con malas intenciones, pero vale rescatar que el nombre de esta bodega hace mención al lugar de origen de sus dueños inmigrantes, que como muchos otros bodegueros hicieron de Mendoza su tierra, trayendo sus conocimientos y ganas de progresar, transformando junto al ferrocarril la industria del vino. 



Llegamos hasta estos muros débiles y olvidados, y cada paso dado en la soledad del establecimiento, retumba en la lejanía de pasos pasados, trayendo al presente el ajetreo de alguna vendimia, el ir y venir de los hijos del dueño en la casa contigua a la bodega, o la mirada de ese guardián silencioso, vestido de blanco, que se acercó a controlar a esos intrusos en busca de recuerdos...


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